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Mostrando las entradas de enero, 2010

Admito gozar de lo Siniestro

Admito gozar de lo siniestro, como se goza de una manzana prohibida. Es siniestro querer escribir de lo siniestro a las dos de la mañana, y que en el intento se desintegren las palabras, transportadas por la lengua de carpintero, desde el cerebro hasta los dedos. Habrán pasado por la boca, quiéralo o no, así se habrán impregnado del desenfado que tiñe cualquiera de mis discursos francos. Sentí cómo las palabras se deslizaban por mi nuca y me hacían cosquillas. Por el espejo las vi pasar gritando como chiquillas, a una velocidad que casi me rompen la piel las afiladas cuchillas de los patines que llevaban. Cuando llegaron a mis hombros, las fui a buscar con sigilo, porque se habían recostado y se habían escondido de mí para cuchichear. ¡Vaya, bribonas! Alcancé a oir cómo se burlaban. Que estoy senil, que mi locura me tiene por los pelos, que debía estar durmiendo, que "esta es hora de pasearnos nosotras por sus huecas cabezas  atormentándolos y no de que nos persigan", chillab

Reencuentro

"¿Qué demonios hago con las ganas de tocar guitarra a las dos de la mañana?" - se preguntaba Manuel tendido en la cama, con la luz apagada y sin poder dormir. Siguió dándole vueltas mentalmente a los acordes de las últimas canciones que había aprendido. Ese rumiar conocimiento, masticarlo en el cerebro y lograr digerirlo, más que aprender , para él implicaba aprehender: "No hay como estudiar tanto algo, al punto de hacerlo tuyo"- pensaba. Luego se durmió. Cuando despertó, el único sueño que logró recordar de la noche recién pasada fue uno en que había un gentío aplaudiendo. Al centro de la pista, él bailaba con una mujer. No pudo traer la imagen de su cara, ni precisar su nombre. Lo más claro era la sensación aún viva de gozar tanto el baile, como nunca lo había hecho. Podía recordar los sones de una salsa de Tito Puente al tiempo que hacía girar con ligereza a su pareja tomada de la mano. Al terminar el giro, recibía su cuerpo en elástico movimiento, trabándola con

(Des)Entendiendo

Parecía inexplicable. A veces reaccionaba violentamente y no quería nada. Como cualquier día, como todos los días, se encontraba en medio de todo, pero sola. Estaba en el centro de las redes, oculta. Rodeada de gente y de cosas; de palabras y de números, pero sola. Evitando el contacto del mundo. Pensaba en los odios que se tienen a pesar del amor... Esta vez las llamadas al teléfono no tuvieron respuesta, pero a diferencia de las veces anteriores, no era parte del placentero ejercicio de descolgarlo por la mañana del sábado hasta el día siguiente. Esta vez el teléfono sonaba. Antes de yacer en el suelo con la cabeza rota, hubo un golpe fatal. Antes del golpe fatal, hubo un jarrón cayendo desde lo alto del estante. Antes del jarrón cayendo hubo dos manos intentando sujetarse en el mismo estante. Antes de las manos sujetándose, hubo un cuerpo que empezaba a caer y el instinto de sostenerse. Antes del cuerpo intentando sostenerse, hubo un vahído que le invadió desde la cabeza hasta el es

De Veintidós

Mis ojos han sido benditos, mi alma premiada y mi deseo halagado, mas no saciado. Esta ciudad me regala hombres, fuera de cosas, casas, patios, luces, perros y papeles, me regala esos hermosos hombres que han traspasado mi gusto, que viriles y despistados se han instalado justo en mi mira, en las entrañas de mis ganas profundas que fijan un haz de hielo con mis ojos locos, extasiados recorriéndoles las manos. Siento hundido el pecho, inundado en éter pesado y ardiente, y mientras la piel se siente tocada, mis manos se abren con heridas sangrantes, tensando un hilo caliente desde la punta de mis dedos hasta el duende mujer-niña que habita al centro entre mis pechos y que tira fuerte esa cadena hasta adentro y desfallece en su intento por las ganas de levantar la tapa de la jaula de la fiera.