Entradas

Mostrando las entradas de octubre, 2010

Réquiem Segundo

Hay días en que me dejo morir. Días en que más de algo conspira e intenta quitarme el aire. Lo peor es cuando no le pongo el dedo a la boquilla. El aire se me escapa, se me escapa de a poquito, me desinflo y me quedo tirada, lacia como trapo. Hay días en que el estrangulamiento diario duele, duele más de lo habitual, y en que el hambre amenaza con romper las tripas. Cualquier día, así como voy, esa hambre me las revienta, me las perfora con una úlcera irremediable o me las corta de lo torcidas que ya están. Me ahogo, y me retuerzo un poco de todos lados, cada día. Pero hay días en que el mundo no contribuye, y me dejo morir.

Siniestro por Silencio

Silencio que lames con hielo mis oídos. Silencio que punzas con acero el corazón dentro del pecho. Silencio que aprietas las muñecas como cuerda áspera. Silencio que desnudas con violencia y sin amor. Silencio que te justificas en el orgullo. Silencio que has nacido egoísta, ciego y mudo. Así vas a morir. Silencio que golpeas a la espalda por sorpresa. Silencio que quemas como el fuego y sabes a hiel. Silencio que salpicas y manchas como sangre. Silencio que bailas solo un tango viejo y conmueves. Silencio que hueles nauseabundo. Silencio que te comes las palabras. Las tragas enteras como víbora. ¡¿Quién dijo que necesitabas digerir?! Te presentas como invitado de piedra, y tu hambre es imparable. Una vez llegado, imposible satisfacerte. Maldito seas, silencio, que devoraste mi casa. No hay seguro que proteja contra un siniestro por silencio.

Zurcido invisible

Una tela a punto de ceder. Apenas sostenida por unos pocos hilos. A cada tirón, más fibras se rompieron, y algo se iba dejando ver. Por la rotura empezó a calar el frío. El viento, con o sin la escarcha del invierno, rozaba cuchillos en esa piel. Por años, tontamente, los jirones fueron forzados a unirse con puntadas torpes, con agujas demasiado gruesas, otras romas: nunca penetraron o dañaban la tela. Las fibras se arrimaban entre ellas al tiempo que un hoyo aparecía amenazante por otro lado. Casi al exponer ese cuerpo al granizo y dejarlo quemarse de frío, sin aparentes probabilidades de reparar el daño ocasionado, apareció una nueva forma de hacer las cosas, una nueva tecnología: el zurcido invisible. Cuando se encargó el trabajo, se pagó sin pensarlo dos veces...había fe. De momento, sin más dinero, con un frío horrible y presa de la soledad, no hay otra cosa más que esa fe.

Fatal Error

Años de aguante. Lo descubrí: las lágrimas venían de ahí.

Smile + Tears

¿Qué será? ¿Será que no me cabe tanta felicidad y se desborda?

Norte

Remontar. Volver a tomar las riendas y recuperar el galope para alcanzar las distancias prometidas, aunque parecieran imposibles. Volver a respirar, a soñar y a creer, en un dejo quijotesco y en un pase casi mágico. Como toreando con la actitud más atlética, después de un entrenamiento militar, sin permitir que suene ni un hueso, ni un músculo, ni que se arranque una sola expresión destemplada. En silencio duele, pero lo mejor es tener presente que no existe una sensación mejor que la del propio cuerpo cortando el viento, libre al fin de harapos y cadenas.