Ruegos por una Sombra

Tengo miedo hasta de mi propia sombra,
de que un día se despegue
y se vaya tras otro cuerpo,
de que su compañía eterna jurada
no sea como creí incondicional.

Quien sabe dónde está
cuando no la veo.
Con quién está
cuando a la luz de una farola
me da un rodeo.
De qué luz ardiente
se habrá prendado,
tan grande, más grande
y...¿más digna que...yo
de tenerla atada?

Quizás la miseria pudiera llegar
a dejarme incluso
sin el deseo
de tener una sombra
y sin tener siquiera
el miedo que tengo
de un día verla nítida
y a cada mínimo brillo
sospechar que se despega;
sospechar que me engaña
quizás con quién
en qué otro lado.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Negocio

Los orientales y los que nos oCCidamos

Ojalá seas TÚ