De Veintidós
Mis ojos han sido benditos,
mi alma premiada
y mi deseo halagado,
mas no saciado.
Esta ciudad me regala hombres,
fuera de cosas, casas, patios,
luces, perros y papeles,
me regala esos hermosos hombres
que han traspasado mi gusto,
que viriles y despistados
se han instalado justo en mi mira,
en las entrañas de mis ganas profundas
que fijan un haz de hielo
con mis ojos locos, extasiados
recorriéndoles las manos.
Siento hundido el pecho,
inundado en éter pesado y ardiente,
y mientras la piel se siente tocada,
mis manos se abren
con heridas sangrantes,
tensando un hilo caliente
desde la punta de mis dedos
hasta el duende mujer-niña
que habita al centro
entre mis pechos
y que tira fuerte
esa cadena hasta adentro
y desfallece en su intento
por las ganas de levantar la tapa
de la jaula de la fiera.
Comentarios
Choripulento, pequeña!